viernes, 22 de julio de 2011

Poesía y amistad






Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo, es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante, con el favor de una mente que no tiene límites y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos.
Facundo Cabral


Jueves 21 de julio

El bar como colmena se fue poblando de zumbidos, las malas compañías llegaron como abejas alegres de polen y fecundas de palabras.
De a uno derramaron sus mieles frente al micrófono y la noche se volvió dulce y por momentos, nostalgiosa.
El Negro Fontanarrosa nos dibujó diálogos en la boca de Inodoro y Mendieta y nuestras risas se escucharon en el cielo.
Marta Guzmán y Reynaldo Farías enamorados de esta ciudad, Cristina Ramb y Olga Morente Batiste, sed y arena, Claudia Molina, Silvia Crespi, Julia Masciotta, Luis Ferrari, dueños de casa, Carmen que se animó a narrar, Rita Galiasso y Pepe Araujo desde Carlos Paz, Darío Leyva el itinerante, Juanca Aviñó desde Salsipuedes, qué enjambre de voces...
Y no hay panal sin música, ni "naranjo en flor" que se resista al bandoneón de Eduardo Ortiz que nos paseó por valses y tangos maravillosamente interpretados.
"Me diste en oro un puñado de amigos" de Cafetín de Buenos Aires, de Enrique Santos Discépolo, frase que es el acápite de un poema que compartimos de Miguel Oyarzábal sobre la amistad.
Le robamos media zamba a Natalia Torti que nos dejó con ganas de seguir disfrutando su voz.
Y Reynaldo homenajeó a Facundo Cabral con su guitarra.
Pepe Araujo presentó el poemario "Desde el fuego" de Juan Carlos Aviñó "celebrando su verdadera procesión poética de la excelsitud de la síntesis a la musicalidad a través de los acentos y de la creación de la imagen como producto del talento del autor" Tecnicismos para decir en definitiva que es un poeta de los grandes y que lo queremos mucho.
Sobretodo cuando dice:

"Gritar

toda la piel del mundo,

aunque la voz no pueda."

de su poema Alarido



Noche abrigada de amigos, la palabra es un néctar que nos embelesa y nos une donde hace esquina la locura.