El diluvio se detuvo a la hora de la cita.
La noche como una caja de sorpresas, se sentó en el café con guitarra, piano y cajón peruano a esperar su turno en el carrusel de la palabra.
Con la sortija en la mano, Eduardo Chávez contó un cuento con olor a tango.
Erasmo, en la vuelta siguiente, nos hizo girar en la rima de un soneto.
Alejandra desde un avioncito nos invitó a despegar en su histrionismo, mientras los chicos del Dúo Versión, le daban cuerda atrás a los relojes de la memoria interpretando a Cantilo y a Sui Géneris.
Mareados de placer, retozamos en la música, subiendo y bajando sobre pegasos alados.
Luis Cutró y Eduardo Almada se sumaron a la magia, con el matiz de sus voces.
Y Cristina Ramb alzó vuelo con su poesía. Luis trajo sueños dentro de una valijita.
Marta y Reynaldo detuvieron el aliento y soltaron los caballos del alma, cuando el cajón marcó sus ritmos.
Otra vuelta gratis al precio de un aplauso y el corazón pleno. Eduardo recitó poemas eróticos de Guillén y de Rojas.
Una sortija que iba de mano en mano, de boca en boca, de espíritu a espíritu, y hasta La Pepa, se hizo presente con su despliegue de humor.
Última vuelta a la calesita por este jueves maravilloso.
Y uno se baja de ese círculo,con la estatura de un niño, con esa pureza de emociones, como si tuviera burbujas de colores en la sangre.
Eduardo Chávez
Erasmo Stivala
Alejandra Oliver Gulle
Dúo Versión Carlos Bizikyan - Lolo Masgoret
Luis Cutró - Eduardo Almada
Cristina Ramb
Luis Ferrari
Marta y Reynaldo
La Pepa y Eduardo
Una cita con la poesía cada penúltimo jueves de cada mes, una Noche literaria para el reencuentro, café de por medio, mientras gira la palabra como un trompo en el alma.
lunes, 28 de febrero de 2011
jueves, 17 de febrero de 2011
"Había una vez...truz" y "Dicho y Hecho" en Nicolasa
Como una noche de otras mil y una, Sherezade adoptó distintas voces y nos fascinó con sus narraciones.
No cabía ni un alfiler en el café. Así de repleto estaba.
Y no era para menos, convocar en nombre de Alejandra y Rubén, de Eduardo y César, es un pasaporte para un viaje prometedor. Y por si fuera poco, nos trajeron una yapa desde Chile, un grupo de avestruces que nos dejaron boquiabiertos.
Rubén López estiró la alfombra mágica iniciando el vuelo, César Vargas nos metió en el desierto y Eduardo Chávez nos dejó mirando hacia al mar.
Alejandra Oliver Gulle nos arrancó carcajadas con su historia.
Subimos, flotamos, de a ratos la piel erizada, la emoción, el asombro, tantos adultos con rostros infantiles...un clima festivo.
Cruzamos la cordillera, del otro lado nos esperaban cuentos con tonada chilena, Edel Arriagada y Carlos Acevedo y la avestruz benjamina Magdalena Pérez, nos llevaron lejos con sus gestos, nos hicieron flotar en sus alas.
Y no se hicieron rogar cuando les pedimos bises.
Algunos sentados en el suelo, otros de pie, incómodos o no, nadie quería moverse, un público de lujo que respetó en silencio, que retribuyó en aplausos.
Mientras la Pepa, se acomodaba el chal para cerrar la noche con sus ocurrencias...
Gracias a los avestruces y a los dichohecheros por tanta magia sin varitas ni trucos rebuscados, magia real desde la fuerza arrolladora de la palabra en boca del cuentacuentos, en su cuerpo, en sus ojos, en su manera de decir, magia en los sentimientos que trasmiten, esa electricidad que nos atraviesa y nos conmueve...
Sherezade se retira al aposento del sultán. Narrando historias se mantiene con vida y nos hechiza.
No cabía ni un alfiler en el café. Así de repleto estaba.
Y no era para menos, convocar en nombre de Alejandra y Rubén, de Eduardo y César, es un pasaporte para un viaje prometedor. Y por si fuera poco, nos trajeron una yapa desde Chile, un grupo de avestruces que nos dejaron boquiabiertos.
Rubén López estiró la alfombra mágica iniciando el vuelo, César Vargas nos metió en el desierto y Eduardo Chávez nos dejó mirando hacia al mar.
Alejandra Oliver Gulle nos arrancó carcajadas con su historia.
Subimos, flotamos, de a ratos la piel erizada, la emoción, el asombro, tantos adultos con rostros infantiles...un clima festivo.
Cruzamos la cordillera, del otro lado nos esperaban cuentos con tonada chilena, Edel Arriagada y Carlos Acevedo y la avestruz benjamina Magdalena Pérez, nos llevaron lejos con sus gestos, nos hicieron flotar en sus alas.
Y no se hicieron rogar cuando les pedimos bises.
Algunos sentados en el suelo, otros de pie, incómodos o no, nadie quería moverse, un público de lujo que respetó en silencio, que retribuyó en aplausos.
Mientras la Pepa, se acomodaba el chal para cerrar la noche con sus ocurrencias...
Gracias a los avestruces y a los dichohecheros por tanta magia sin varitas ni trucos rebuscados, magia real desde la fuerza arrolladora de la palabra en boca del cuentacuentos, en su cuerpo, en sus ojos, en su manera de decir, magia en los sentimientos que trasmiten, esa electricidad que nos atraviesa y nos conmueve...
Sherezade se retira al aposento del sultán. Narrando historias se mantiene con vida y nos hechiza.
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