El jueves 17 de noviembre presentamos el libro de Rudy Catoni, editado por Casa de las Tejas
La Gral. Paz se alborota de bocinazos, de rutina embravecida. Al 365 de la avenida un local se resiste al siglo y a sus modas, un espacio donde el tiempo no tiene edad, una dimensión donde la vida se mide en lo que dura una botella de vino.
Nombro a la Pizzerìa San Luis, escenario que eligió Rudy para trasponer el submundo de los amores dolientes y amasar este libro sudado, sesudo, sentido que hoy nos convoca como un banquete.
Las páginas con huellas de aceite son mesas servidas, porciones masudas de pizza generosa que invitan a masticar una literatura al plato, sin mantel y sin cubiertos, tal como se sirve el menú en la Pizzería San Luis.
Hay que sentarse en este no lugar transitorio, con un vaso de vino barato como única compañía, con una existencia de aceituna mordida que se abraza desesperadamente al carozo. Desde esa nadiedad, Rudy nos arranca la mirada superficial y nos confronta sin melodramatismos con una galería de seres humanos crudos en su desolación itinerante de estrellas sin fortuna.
Desnuda la hipocresía, nos revela la teatralización de aquellos gestos repetidos en una realidad que los exprime hasta hacerlos sentir vivos aunque ellos no lo sepan.
Hay una exactitud de orfebre en la elección de cada palabra, un filo implícito que nos hace cómplices en la nostalgia, en el desengaño, nos solidariza en la pena frente a un espejo que revela nuestra solapada miseria.
De un modo u otro eslabona facetas, vértices comunes y uno sin querer o queriendo se involucra en el texto hasta ser el niño que vende estampitas en el infierno y no reconoce santos de demonios o el conquistador decadente y la muchacha que juega el papel de ingenua y se deja conquistar, ser el Juancho o la Rita, los únicos seres con nombre que ofician de anfitriones, ser el hambriento y la burguesa fuera de lugar, la prostituta, la infiel, ser el borracho orinado en sus pantalones, el filósofo incierto, la armonía mentida en esas cuatro paredes, la despechada, la pasión prefabricada, el amor y la repugnancia.
El bar de los mismos dice Rudy con una ternura que supera la franqueza de colectividad abierta que pasma en ese no tiempo de contraste dentro de las agujas del antiguo reloj de la Pizzería San Luis. Piezas de museo de un lado y otro de la barra, como si los dolores fueran inmóviles en ese ámbito sin permuta ni mudanza.
Un narrador que también se destripa en lamentos por el amor derrotado, gastado, inconcluso, accidentado, omitido que brinda con fantasmas por antiguas revoluciones de juventud, ideales que se ahogan en un sorbo de tinto. Esas ganas sonoras de llorar y la incapacidad de inventarse una lágrima para mitigar el desconsuelo.
Desde la muerte, la ausencia, el olvido, la marginación, hasta el sexo como una necesidad de existir en la carne, en el instinto, este libro es una revalorización de los nadies, un tremendo todo incluidos los orgasmos, una obra existencialista donde “se vive la escritura porque se escribe la vida.”
Rudy Catoni - el autor
Maestro Eduardo Ortiz para un cierre a todo tango
Café de magia irreproducible.Café (o vino) compartido con la palabra que dice, que expresa, que se siente, que se vive, con la armonía de los "iguales". Todo equilibrio, acercamiento, diálogos sin condicionamientos. No faltar para el brindis!!! Bien Claudia lo tuyo! Amerita regocijo.
ResponderEliminarRudy Catoni